Mató su cuerpo el destello
en un barranco siniestro,
¿Se murió? no, lo mataron,
rematando con desprecio
al poeta de la vida,
dueño de miles de sueños,
Federico se llamaba,
por Lorca es conocido,
en el mundo que le llora
enlazado con su verso,
afligido por su grito,
que sigue rompiendo el alma
de quien lee sus escritos,
acunando madrugadas
de embelesos sin testigos.
Qué nos cantó La Tarara,
de lo gitano hizo rito,
soñó con mimo a la luna,
voló en un sueño maldito
de sentirse diferente
de su más intimo instinto,
si, mataron a un poeta
lleno de vida y amor,
pero nunca han conseguido
borrar su legado cierto,
ese que no muere nunca,
siendo el mejor alimento,
para quien ama la vida
o necesita el sustento
del poema de ese hombre
de su magia y de su sueño,
Que no le dolieron prendas
de ser un hombre sincero,
abanderado de quienes
no tenían el respeto
de los que después con ira
rompieron su grito eterno,
instinto cobre y sentido,
amante de abrazos limpios
no exentos de sufrimiento,
que no desdeñó a la muerte,
que nunca acepto el silencio,
pues vive en cada palabra
atada con presto lazo,
para que acune la luna
por siempre al desamparado.
A Federico estés donde estés, gracias por todo
MARIA LUISA BENEDICTO GIL 3-10
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