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domingo, 20 de marzo de 2011

El vestido de novia


Eran casi las doce de la mañana la hora prevista para que se lo llevaran, cuidadosamente lo había metido en la bolsa preparada para tal fin, tan solo la cola sobresalía y daba por lo trabajado de su elaboración, buena cuenta de lo que guardaba en su interior.
En esta ocasión lo iría a recoger la tía de la novia que vivía más cerca de la casa de Paquita, la modista, la boda era a las cuatro y no había tiempo que perder...
No se habían escatimado detalles para que la afortunada e ilusionada receptora del mismo se viera como la más bonita de las novias en el día, dicen, más feliz de su vida.
Paquita debía colgarlo en la puerta del armario esperando como siempre que saliera de su dominio, desde ese instante ya no le pertenecía, no podía soñar como tantas veces que quien iba a llevarlo ante el altar al encuentro de su enamorado era ella y no las chicas del pueblo a las que la veterana modista ofrecía por una vez en la vida la posibilidad de ser la princesa del cuento, con un vestido digno de las mejores firmas de ropa nupcial...
Se subió a un taburete, el mismo que utilizaba para que las futuras esposas se probaran aquellas obras de arte en esas interminables sesiones de preparación para dejar todo tal y como las clientas deseaban.
Una vez colocado con el mimo de quien acaricia a un hijo, se alejo un par de metros, lo miro y como si de un ritual se tratara cerró sus ojos para recrear de nuevo la escena...
-Qué guapa.
-Mira que bonita esta.
-Que hermoso vestido.
-Es la novia más radiante que hemos visto por aquí.
Los invitados a la ceremonia quedaron boquiabiertos al verla pasar, en esta ocasión el traje era de organdí, con diminutas incrustaciones de perlitas todas perfectamente colocadas de forma tal que una cascada luminosa de luces traviesas hacían muy difícil apartar los ojos de la tela, todo ello rematado de una fina cola de tres capas, todas de un tul de finísima calidad.
Mientras atravesaba el pasillo central de la iglesia de Santa María de la Esperanza del brazo de su padre, miraba con los ojos llenos de amor a Ricardo, su prometido que la esperaba con la mirada bañada de esas lágrimas que recorren el rostro diciendo “Te quiero”.
Paquita llegó a la altura de su enamorado, su padre hombre recio y poco dado a las emociones ofreció el brazo tembloroso de su hija al afortunado pretendiente con tanta delicadeza que hasta ella se sorprendió al ver un hombre tan rudo como él con aquel gesto de infinita emoción, él hombre convertido en padrino dio un beso en la mejilla a su hija para regresar al lado de su esposa sentada en la primera fila muy cercana a los contrayentes, madre ilusionada, con los ojos llenitos de lágrimas por el momento que estaba viviendo, haciendo peligrar el rímel que tan cuidadosamente la maquilladora había colocado con gran maestría un momento antes.
El sacerdote felicitó expresamente a la novia haciendo hincapié en el hermoso vestido que según él hacía honor a su belleza, no obviando la felicitación al dichoso prometido por llevarse según el sacerdote, toda una joya...
La ceremonia comenzó, el coro amenizó con sus cantos el desarrollo habitual del enlace, todo se desarrollo tal y como estaba previsto hasta que,algo sobresaltó a Paquita, era el timbre de la puerta...
-Buenos días.
La tía de la propietaria del vestido hacia su aparición para hacerse cargo del mismo.
-Buenos días Paquita.
-¿Que tal? Un día radiante para la boda.
- Mi sobrina ha tenido suerte, ni una nube va a acompañarla en su camino al altar.
-Si, es una suerte, eso es al menos lo que se dice.
-Claro tú lo sabes de oídas y discúlpame pero como no...
-No te preocupes, siempre hay quien se queda soltera, Dios quiso que fuera así.
-Ya ves querida, después de todo nunca sabrás lo que es llevar un traje de novia, una pena.
La mujer se marcho, no sin antes pagar el elaborado trabajo, Paquita se quedo esperando el próximo encargo en el que seguramente será Javier Bardem el que la espere ante el altar en lugar de Ricardo Darin que ya lo ha hecho en las dos últimas ocasiones y está muy ocupado con su próxima película, porque ¿Quien dijo que no se vistió de novia?
MARIA LUISA BENEDICTO GIL 4-10

el sueño y los poetas

TODO SIGUE IGUAL...

miércoles, 9 de marzo de 2011

EL VERDUGO

A unas vidas irrepetibles

A cincuenta y cuatro vidas irrepetibles, de las que treinta y cuatro son mujeres,  las cuales merecen unas líneas para el recuerdo, valgan como ejemplo la historia de unas pocas de esas vidas, la carta es larga lo sé, sin embargo que son cinco o diez minutos de lectura para tantas experiencias acumuladas por esas personas, os aseguro que nada:
Este pequeño homenaje es para todas las personas mayores que por diferentes motivos de los cuales yo no soy quien para juzgar, un día dejaron sus casas, sus recuerdos, sus familias, todo,  para incorporarse a una vida diferente, un nuevo hogar, gentes nuevas, habitaciones compartidas con personas hasta ese instante desconocidas, momento que para ellas supone el comienzo de la cuenta atrás de su trayecto vital, en esa nueva vida, no solo hay tristeza, melancolía y todos esos sentimientos que por desgracia son ciertos, también hay resquicio para la alegría, los chistes y sobre todo para el amor, amor con mayúsculas, amor en esos ojos cansados que tratan de reencontrar las vidas que dejaron atrás, los besos que entregaron, las caricias que obsequiaron a los que tanto quisieron, padres, hermanos , cónyuges, hijos, nietos etc.… pero eso pertenece a cada uno, allí lo único que demandan es un poco de cariño, una bien ganada cuota de bienestar y como no, mucho respeto. Por eso vais a permitir que cambie los nombres, no las historias que son una amalgama de nuestras propias historias, solo que muchos de ellos ya no las comparten con nadie, desde hace años les acompaña un inseparable “amigo” al que no dieron licencia para acercarse a su vida, pero que implacablemente se aferro a su mente adueñándose de su memoria, ese compañero tan poco recomendable tiene un nombre, “Alzheimer”
Al llegar a la residencia tengo que reconocer que mi corazón comenzó a latir con fuerza, por primera vez iba a conocer el interior de un edificio donde muchas personas en el ocaso de sus vidas esperan resignadas a que llegue su final, seres maravillosos que con tanto cariño nos reciben, cualquiera que como yo entra por primera vez en esa realidad, siente como su afecto se queda invariablemente con nosotros, porque son seres humanos irrepetibles, con su genio, a veces mejor, otras no tanto, sus sonrisas o sus lagrimas y es en ese momento cuando de verdad te das cuenta de algo tan complejo como ¿Qué es la vida?

domingo, 6 de marzo de 2011

ISABEL, la princesa de un mal cuento...


Estaba molestó por tener que salir a esas horas de la noche dejando a sus niños solos, bueno solos no, con la tata Ana, su referencia de figura materna desde hacía algún tiempo; que agradecido estaba a la mujer, sin su ayuda difícilmente podía haber salido de aquel pozo en que se convirtió su vida sin ser responsable de ello...
Fuera la tormenta descargaba grandes cantidades de agua y el cielo se iluminaba con tanta precisión que casi podía decirse que era de día.
El ruido ensordecedor de los truenos tampoco invitaba a alegrar el trayecto desde su casa hasta la comisaría; ¡Dios! - exclamó, por nada del mundo hubiera dejado la calidez de su hogar, el día había sido muy complicado, tampoco nada fuera de lo habitual, un ir de aquí para allá entre delincuentes y personajes de poco fiar, era la rutina, la insoportable rutina que tenia contraída con un trabajo que ya no le seducía; desde siempre había tenido la ilusión de ser policía, mejor, un buen policía, ahora todo daba igual, asumía una responsabilidad que se le antojaba inútil, no porque no fuese necesaria, sino porque transitar entre instintos bajos, traiciones, rivalidades y un sinfín de aderezos humanos, ya no significaban para él un reto por un mundo mejor, aquel trabajo solo era eso, trabajo, quizá por ello la llamada de su compañero no significaba para Eduardo más que un molestó viaje para encontrarse con personajes de baja condición, escorias humanas ávidas de todo; fuera lo que fuere, debía salir hacia la comisaría, así que se tomó el tema con tranquilidad y asumió que estaba porque es lo que había decidido, posiblemente dentro de poco sé tomaría un respiro, dejaría su placa para comenzar una nueva vida con otro empleo más tranquilo, pero ahora, le pareciera bien o mal, lo que tocaba era acudir a la llamada y así lo hizo.
Por suerte los niños ya estaban en la cama y él como cada noche y siempre hasta altas horas de la madrugada, se había encerrado en su habitación a contemplar aquellas imágenes en la pantalla del televisor, sin más sonido que el de los latidos de su corazón...

A Dolores


Dolores, mi tía Dolores, tu mujer menuda y discreta como nadie, triste porque no podías ser de otra manera, ¿o es que acaso alguien puede ser dichosa cuando el amor de su vida muere al otro lado del país, molido a golpes, por la enfermedad, por la lucha truncada por salvar el orden establecido democraticaménte?

Cuando me hablabas de él, de tu Agustín, tu rostro cambiaba, es normal que revivieras la añoranza de aquellos años, tres, solo eso, tan poco y tanto, aquellas vivencias se reflejaban en ti, ya no eras la mujer triste del resto de la vida, tus ojos brillaban y al escucharte hablar de su forma de ser, de su alegría, de su risa contagiosa, de todo lo que vivisteis, me daba perfecta cuenta del valor del amor, porque el amor tiene un valor especial cuando se impregnan en el ser y ya no se despega por mucho que corra el calendario de la vida, ya no te volviste a enamorar, ¿cómo lo ibas a hacer? Si él era tu cielo, tu dicha, tu todo, estuviste enferma cuando recibiste la carta de su desolada muerte, te comprendo tía, ¿qué corazón supera eso? mientras otros, inútiles afectos a la ignorancia trasmitida sin complejo alguno por los destellos de la larga sombra dictatorial, se reían de ti y cantaban bajo tu ventana “se quedo viuda y sin muerto” pobres, que pena de ellos, que triste, que seres más vacíos que se dedican a ahondar en la cicatriz que ya nunca se cerrara.

Recuerdo que contenta te pusiste cuando te enteraste que Agus, mi hijo se llamaba así por él, si le vieras, mamá me decía que debía ser el nombre, porque es idéntico a él, siempre de broma, a su lado no hay penas, o sea que el habito no hace al monje, pero quizá el nombre sí.

Cuando en el certamen de Cartas de Mujer que se celebra aquí en el pueblo, gane haciendo referencia a tu historia, algunas se levantaron y se fueron, todavía no habían entendido que la historia tiene eso, que vuelve, por cierto, una era la hija de quien denuncio a tu hombre, eran cosas que pasaban en los pueblos pequeños, por rencillas de vecinos, creo que él se la juro unos años, las delaciones eran el pan de cada día, que mejor que el hombre avergonzado y sancionado por su acción para llevar y traer a los nuevos jerarcas del estado, Agustín era guarda de campo y lo denuncio por robar planteles de olivo, sabes tía, ellas resarcidas durante tanto tiempo, pensaban que de aquellos hombres sin honor, seres carentes de todo, malvados ávidos de sangre, nadie iba a hacer mención, se equivocaron, la venganza es mala consejera, muy mala, recordar no es apelar a ella, es solo eso, dignificar a los muertos que solo tuvieron una fría caja de frágil madera y un numero, el 287 en el folio carcomido por los años y el descuido del registro civil pontevedrés.

La noche que te fuiste estuve contigo en ese último suspiro por quedarte en este mundo lleno de ausencia, por eso cuando dejaste de respirar sentí alivio, imagine que por fin habías alcanzado la costa gallega, recorrido las calles de La Guardia y encontrado la fosa 3, en ese momento desee creer que se produjo el encuentro, ¡Dios! lo desee con toda el alma ¿porque que son 60 años si lo que ganasteis fue la eternidad? Te quiero y siempre llevare conmigo el recuerdo de una mujer menuda y callada que fue fiel al recuerdo de su amor,

Pd, te dejo una cita de alguien especial para mí, espero que te guste y que vosotros hayáis construido esa torre en el cielo de vuestra esperanza,

Khalil Gibran “En el crepúsculo de la memoria volveremos a reunirnos, volveremos a hablar juntos, y cantaréis para mí un canto más profundo: y si vuestras manos vuelven a encontrarse en otro sueño, construiremos otra torre en el cielo”. MARÍA